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OPINION: Cuando la autoridad se degrada

felix betancesPor FELIX BETANCES.

Alguien dijo una vez que cuando las autoridades no respetan al pueblo, éste no tiene por qué obedecerlas.

En los últimos días, ante la situación creada por el señor Embajador de los Estados Unidos de Norteamérica en el País Sr. James Brewster, el cual se ha referido a la corrupción y la delincuencia reinantes en la República Dominicana, declaraciones que han sido consideradas por muchos como injerencistas, aunque otros las han considerado atinadas, por estar acordes con la verdad; hemos escuchado expresiones no esperadas y mucho menos por parte de quien las ha proferido.

Independientemente de la apreciación de que el representante diplomático de los Estados Unidos al referirse al tema, haya  traspasado los límites de su accionar, se entiende que al responder o al protestar por su desliz, se debe ser moderado y respetuoso.

Es cierto que sus declaraciones han causado mucho disgusto, pero todo parece indicar, que a quien más le han molestado, hasta tocar sus fibras íntimas, ha sido al Arzobispo Metropolitano Monseñor Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Este señor, a pesar de su alta investidura como representante del Papa Francisco y líder máximo de la Iglesia Católica en el país; para protestar por tales pronunciamientos, ha usado un lenguaje soez, muy callejero e indigno de una persona investida de tal autoridad, con el cual, ha irrespetado a la sociedad y ha lastimado la moral y las buenas costumbres del pueblo dominicano.

Es una pena escuchar los términos usados sin ningún reparo y en forma reiterada, lo que significa que no tiene ningún arrepentimiento por sus actitudes.

Su comportamiento, ha sido reiterativo a través del tiempo ya que no es la primera vez que ocurre, por lo que debería pedir perdón al pueblo dominicano y especialmente a la juventud y a los miles de feligreses que lo han seguido como líder espiritual de su Iglesia.

Entendemos que es una persona con una edad avanzada y que ha dado muestras de cansancio y que con su comportamiento, ha dado muestras de que para él, la sociedad está en un segundo o tercer plano.

Ante esas circunstancias, consideramos que el Sumo Pontífice, conocedor de que está sobrepasado de edad, según lo requerido para ejercer el Cargo, debe ponerlo en retiro de manera inmediata, antes de que con sus actitudes anormales, siga causando daños a la sociedad, con un comportamiento digno de cualquiera, menos de un Cardenal, en estos tiempos.

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