Por primera vez en mucho tiempo, Starlin Castro dejó de ser noticia por sus actuaciones fuera del terreno. Enfocado como nunca, el dominicano se siente preparado para una temporada de muchas expectativas con los Yanquis y la siempre difícil ciudad de Nueva York.
“Estoy preparado para la presión en Nueva York”, dijo Castro a elCaribe ayer, cuando se reportó a los Yanquis para cumplir con las pruebas médicas obligatorias para todo jugador antes de iniciar el entrenamiento en la sede de la organización en Tampa, Florida.
“La meta es ayudar al equipo, estar saludable y sé que tengo el talento y voy a hacer lo que tengo que hacer”, añadió en tono seguro.
Castro pasó un otoño-invierno sin llamar la atención. Era norma escuchar su nombre en disturbios que se originaban en actividades sociales. Estando con los Cubs, que le cambiaron a los Yanquis, se tomó la decisión de que se mudara a Tampa, la ciudad que por coincidencias del destino alberga desde hace muchos años el centro de práctica de su nuevo conjunto.
Starlin habla sin temor alguno sobre los beneficios de haberse alejado de una agenda de fiestas que muchas veces terminaban en trifulcas.
“No estuve en los periódicos, como en tiempos anteriores. No estuve en problemas, estuve puesto para lo mío”, dice el joven de 25 años, quien ha recibido sabios consejos sobre la llamada “ciudad que no duerme” y los riesgos de su vida nocturna.
“He hablado mucho con Tony Peña sobre eso, sobre la vida en Nueva York fuera del terreno”, agregó.
Reto en la segunda
Starlin debutó en 2010 con los Cachorros y bateó .300 en 125 partidos, disparando 31 dobles. Al año siguiente, fue toda una sensación: promedió .307 en 158 encuentros, liderando la Liga Nacional en imparables con 207 y apenas contaba con 21 años. Pegó 10 jonrones, 36 dobles y, entre otros logros, se estafó 22 bases.
En 2012 tuvo una buena temporada (29 dobles, 12 triples y 14 cuadrangulares) y fue al Juego de Estrellas por segunda ocasión en su carrera.
En 2014 también fue al Clásico de Estrellas, pero no se ha vuelto a ver dominante y la inconsistencia le ha acompañado al punto de que en la pasada contienda perdió la titularidad con los Cachorros. Durante junio y julio de 2015 comenzaron los rumores de canje y todo se concretó el ocho de diciembre cuando lo mandaron a los Yanquis por un jugador a ser nombrado y el lanzador Adam Warren. Brendan Ryan, que se desempeña en el cuadro, resultó ser el otro pelotero que Chicago recibió por los servicios del talentoso dominicano.
Ahora recibe una nueva oportunidad de volver al estrellato con los 27 veces campeones, cuyo último gran jugador en la segunda base responde al nombre de Robinson Canó.
“He trabajado fuerte para ser el segunda base de los Yanquis. Estoy muy concentrado, he trabajado fuerte y me siento bien, gracias a Dios”, dice consciente de lo que le espera. “Tengo con qué ayudar al equipo”, añadió.
Castro ha tenido buenos asesores hasta el momento. “Álex (Rodríguez) me ha mandado mensajes de texto diciéndome cosas buenas. También (Carlos) Beltrán. Lo mío será escucharlos a ellos”, dijo.
Otro al que le agradece mucho es Alfonso Soriano, su excompañero con Chicago. “Soriano siempre me ha orientado”, dice del exintermedista de los Yanquis. “Le agradezco mucho desde que estábamos en los Cachorros”, dice Starlin, quien llegó temprano al entrenamiento de los Yanquis “porque es un equipo nuevo y quería hacerlo en shape (en forma)”.
En 2012 firmó por ocho temporadas (2012-19) y 60.5 millones de dólares con los Cachorros. Su pacto estipula una opción del equipo valorada en 16 millones de dólares para 2020, con una compensación de un millón de dólares en caso de que sea dejado en libertad.