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OPINIÓN: Duarte, atrapado entre la humillación y la indiferencia

jose novas

Dicen que la ingratitud es el pago que reciben los grandes próceres del pasado iberoamericano y para muestra un botón, igual que Duarte, Bolívar, Morazán, San Martin y Artigas padecieron los efectos de esa máxima, que es denominador común en la historia de nuestra “américa infeliz”, como refirió una vez agobiado por la frustración don Federico Henríquez y Carvajal.

Sirva la introducción como un desagravio a la memoria injuriada del fundador de la República Dominicana Juan Pablo Duarte, que recientemente fue calificado por un personaje de la radio que dijo frente al micrófono con su lengua asemeja más al hueco de una letrina, que a la boca de un “comunicador”; tildó al Patricio de “cobarde, histérico, homosexual”, y para derramar la copa, lo tachó de “irresponsable, vacilante y charlatán”. ¡Qué vergüenza compartir la nacionalidad con ese cerdo escudado en un cuerpo humano!

La degradación de los medios dominicanos ha llegado al fondo, el desenfreno es tal, a pesar que en el país hay normas y regulaciones a nadie le importa; los símbolos nacionales están definidos y Duarte como padre de la patria, es uno de ellos. En este caso las autoridades tienen la obligación de amonestar al responsable de dicha acción y al menos alertar la empresa radiofónica en la que labora el individuo, que el lenguaje tiene límites cuando se trasmite en forma masiva, esa persona más que comunicador nos hace recordar el derrame de una cloaca tupida.

Pero la injuria a la memoria del padre de la patria tuvo agravantes, porque el “locutor” planteó su teoría a través de una emisora de radio de alcance nacional, lo que supone fue escuchado en todo el país y que por las redes del internet la transmisión llega a casi todo el mundo. La ofensa al prócer se torna más descarada, porque la dijo frente a un historiador, que, pertenece a la Academia Dominicana de la Historia y es director del Archivo General de la Nación, institución auspiciada por el Estado para conservar los documentos históricos del pasado dominicano.

Entonces nos preguntamos: ¿Dónde está la Comisión Nacional de Espectáculos y Radiofonía?, ¿Por qué el silencio en torno al caso del Instituto Duartiano?, ¿Qué papel deben jugar en este caso la Academia Dominicana de la Historia y la Comisión de Efemérides Patrias, ¿Por qué no se han pronunciado sobre esas injurias contra el creador de la República? Pienso que todavía estamos a tiempo para exigir se aplique la ley correspondiente, es imperativo que el deslenguado “comunicador” sea amonestado y que sea la justicia que lo haga; lo menos que necesita el pueblo dominicano en estos momentos, es que le desacrediten a su héroe nacional.

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