Por FELIX BETANCES.
La Junta Central Electoral es el organismo rector del sistema electoral de la República Dominicana, es decir, el centro de coordinación y manejo de todo lo relativo a las elecciones, a través de las cuales, se eligen sus principales autoridades.
Para que haya elecciones, deben existir los partidos políticos reconocidos por la misma, con todas sus estructuras internas y en consecuencia, estos deben estar sometidos al mandato de la Constitución y las leyes que en tal sentido rigen los procesos atinentes.
Sin embargo, en nuestro país a través de la historia, se ha vivido una condición adversa a lo que debía ser, dados los resultados de situaciones que han sido manejadas por manos ocultas y que en momentos determinados, hasta se han dejado ver.
Es esa la principal razón por la que no hemos avanzado en materia electoral, encontrándonos en uno de los países más atrasados en la materia, a pesar de las grandes inversiones económicas que se han destinado en los últimos años; parte de cuyos recursos han ido a parar a los bolsillos de quienes han tenido la oportunidad de manejarlos; dejando como resultado negativo para el referido sistema, la pérdida de credibilidad de la población ante tan importante organismo.
Los primeros que no creen en el sistema político dominicano, son los propios políticos ya que todos en su momento, han usado los mecanismos de las manipulaciones oscuras, para su provecho no importándoles cuales habrían de ser los resultados, cuyas consecuencias hemos tenido que pagar la mayoría de los dominicanos, como si fuese esto una condena divina.
Es el nuestro un país, en el que las elecciones nunca se han ganado en las urnas, sino en la Junta; basta con recordar los tristes momentos en que bastaba un apagón, para que se produjera un “juntazo”, en el cual, al retorno de la energía, el que el que tenia cien (100), aparecía con diez mil y el que tenia doscientos (200), aparecía con dos mil; siendo resultados irreversibles e incuestionables.
Hoy que se cuenta con equipos modernos y tecnología de punta, no obstante fracasos como el de equipos que se compran por millones de pesos y que no sirven para nada, no se habla de lo anterior; sin embargo, hoy existe el lastre de la incertidumbre y la desconfianza, debido a las mismas razones.
Seguimos teniendo una JCE en la que nadie cree y producto de esa incredulidad, nos encontramos con que los propios partidos políticos objetan las propuestas de manejar hasta los procesos internos en forma equitativa (primarias), lo cual se haría con el Padrón de la Junta, en el cual nadie tiene confianza ya que conocen su vulnerabilidad y de las mañas que otrora ellos mismos han utilizado.
Lamentablemente con una situación como esa, no es posible salir adelante, no obstante el altísimo costo que esto implica para un país de carencias y con lo alto, que a decir de su incumbente, esto resultaría, (sobre cinco mil millones de pesos).
Paradójicamente, el miedo no está en la población que va a las urnas a votar; sino en los propios políticos que conocen las artimañas que ellos mismos usan y han usado siempre y que nunca han tenido el menor interés de trabajar para que esos males se corrijan en procura de que alguna vez, esta desgracia termine.
La materia gris de nuestros políticos, siempre la han tenido en sus bolsillos; no en sus cabezas.
Los políticos le temen a la Junta Central Electoral, como el Diablo a la cruz. Así nunca saldremos a camino.