Por Leonel Floriån
El estado de inestabilidad política en la se encuentra la hermana República de Haití, mantiene preocupados a los comerciantes dominicanos que diario hacen negocios con sus pares del vecino país. Esta situación es provocada por la pobreza y la falta de repuesta del gobierno, ante la demanda del pueblo haitiano a sus principales problemas.
Un país que hace mucho tiempo ha perdido la capacidad de autosuficiencia, que no produce ni la mitad de lo que consume y que su aparato productivo hace rato que colapsô, todo esto indica que lo que se avecina para ellos, no es nada bueno.
A lo dicho anteriormente, se le suma la grave fragilidad institucional y la falta de una real democracia que sea capaz de garantizar la paz y la convivencia pacifica entre los distintos sectores de la nación mås pobre del continente americano.
En esas condiciones en la que se encuentran los haitianos, el gobierno de Juvenel Moise no tiene la capacidad economica-financiera para enfrentar el estado general de insatisfaciôn de la naciön haitiana, ni mucho menos cuenta con las hereamientas polìticas que generen confianza ante el reclamo popular, pero tampoco cuenta con una base sociopolitica que sotenga su gobierno.
Cuestiones como la miseria reflejada en el hambre que sufre la mayoria del puebño haitiano, la fragilidad institucional, expresada en la falta de democracia y la corrupciön, seran el detonante de una guerra civil sin precedente en la historia de ese empobrecido paìs.
La Repùblica Dominicana tiene que estar muy pendiente de los acontecimientos que se vayan produciendo en el hermano paîs de Haitî, al tiempo que el Estado dominicano tendrå que impulsar polìticas pùblicas orientadas a fortalecer la infraestructura productiva de las comunidades que hacen frontera con Haitì, y sobretodo definir politicas migratorias claras y contundentes, sin perder de vista las acciones de buena vecindad y la promocion permanente de las relaciones armoniosas y duraderas entre la Repùblica Dominicana y la Repubñica de Haitî.
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