OPINION: Linchamientos y ley divina

Por Pedro N. Jimenez Suero
No alcanzamos a ver otro momento más propicio para tratar este tema ya que,estamos en la antesala de la Semana Santa, tiempo de reflexión sobre la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, hijo de Dios, Creador del Universo y dador de la vida en todas sus manifestaciones.
En los últimos tiempos, es evidente que en nuestro país, la población se muestra cada vezmás solidaria con aquellos ciudadanos de bien que de una u otra forma, resultan ser víctimas de delitos en sus diferentes modalidades.
No cabe la menor duda de que la solidaridad entre los ciudadanos es muy positiva, sin embargo, lo que nos mueve a profunda preocupación es la tendencia a actuar de espaldas a las leyes o lo que es lo mismo, contrario a los cánones legales ya establecidos, siendo el resultado de esas acciones los linchamientos que cada vez son más frecuentes.
Quien verdaderamente tiene el anhelo de servir a los demás, lo último que piensa es en quitar la vida de un ser humano.
Según el Diccionario de la Real Academia Española Linchamientoes ejecutar sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo.
También,según el Diccionario Wikipedia, Linchamiento es la ejecución sin proceso legal por parte de una multitud, a un sospechoso o a un reo.
Nuestro ordenamiento jurídico, autoriza a cualquier persona a practicar el arresto cuando un imputado es sorprendido al momento de cometer un hecho punible, o inmediatamente después o mientras es perseguido, o cuando tiene objetos o presenta rastros que hacen presumir razonablemente que acaba de cometer una infracción, con la obligación de ponerla en manos de las autoridades, sin demora innecesaria.
Si obramos así, honramos a nuestro señor Jesús cuando dijo: Dad, pues, a Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es de Dios. (Mateo 22:21).
Coloquémonos en actitud de cumplir las leyes y pongamos a la persona imputada en manos de las autoridades para que actúen en consecuencia, y no ejerzamos actuaciones extremas que lo único que causan son males peores aumentando el caos, y desobedeciendo a las autoridades terrenales que son impuestas por Dios.
En los versículos del 1 al 3, Capitulo 13 del libro de Los Romanos, las sagradas escrituras nos dicen lo siguiente:
“1.- Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.
2.- Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación para sí mismos.
3.- Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella.”. Termina la cita.
En el mismo libro de Los Romanos, en el capítulo 12 versículo 19, Jesús, el
Gran Kabir, citado por Pablo de Tarso, dijo: Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira deDios, porque escrito está: MIA ES LA VENGANZA, YO PAGARE, dice el Señor.
Con los linchamientos resistimos las autoridades que gobiernan y por ende violentamos la ley divina, toda vez que nos convertimos en obstáculo para que una persona tenga la oportunidad de arrepentirse de las acciones incorrectas que ha hecho, por cuanto es un requerimiento divino lo estipulado en el libro de los Hechos, cuando en el capítulo 3 versículo 19, las sagradas escrituras dicen lo siguiente: ¨Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor.
Recordemos que cuando los escribas y fariseos perseguían para lapidar (matar a pedradas) a aquella mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio y ella logró refugiarse en Jesús, y aun así, estos insistían en lincharla, las palabras de Jesús fueron: “El que esté libre de pecados, que tire la primera piedra.” (S. Juan 8: 7).
En fin, de una forma u otra, y más tarde o más temprano, todos tendremos que darle cuenta al Dios todo poderoso, para que El y solo El, imparta la verdadera justicia, al mismo tiempo que honremos el sacrificio de nuestro señor Jesucristo en la Cruz del Calvario.
Por último, no podemos terminar este artículo sin dirigir varias interrogantes a la conciencia de todos, mis queridos lectores. ¿Qué madre no quisiera que su hijo sea el ciudadano más ejemplar del universo?, y ¿Que madre no sufre en carne propia cuando su hijo se olvida de ella, se extravía y cae en el error?. Pues, si piensas lo mismo que este servidor, coadyuvemos a disminuir y no agravar el dolor de una madre abatida por la desdicha de haber tenido la mala suerte de ser víctima de su propio hijo.
Que Dios les guarde.
El autor es Licenciado en Derecho